Un mundo de enigmas y mitos
Debido a su inusual capacidad de propagación, los helechos siempre han estimulado la imaginación de los observadores. Muy pronto fueron conocidos como plantas medicinales con aplicaciones mágicas. Hasta mediados del siglo XIX abundaron todo tipo de teorías sobre estas míticas plantas ancestrales que pueden reproducirse sin flores y, sobre todo, sin formar semillas. Solo la moderna tecnología desveló el secreto que habían guardado durante más de 350 millones de años. Wilhelm Hofmeister, un botánico residente en Leipzig, empleó un microscopio de alta resolución para descubrir unos diminutos puntos marrones que resultaron ser los responsables de su hasta entonces misteriosa proliferación. En lugar de semillas utilizan esporas, las cuales forman un discreto protalo que aúna los órganos masculinos y femeninos. Si las esporas reciben suficiente agua, comienza la inseminación y puede crecer un nuevo helecho. Además, los ancestros de los helechos, que eran todavía plantas del tamaño de árboles en medio de vastos bosques, fueron, junto con otras plantas, el origen de nuestros depósitos de carbón. Los helechos actuales - hasta 12 000 variedades en todo el mundo, 200 de las cuales están radicadas en Europa Central - son solo un humilde resto de la multitud de variedades que hubo en el pasado.
Con su crecimiento en forma de abanico y frecuentemente, frondas de múltiples plumas, los helechos tienen un atractivo efecto relajante en los jardines y dan una nota de misterio entre las plantas herbáceas umbrías como la barba de cabra, los corazones sangrantes o dicentra y los acónitos. Erróneamente, se arrincona con frecuencia a estos típicos moradores de los bosques, condenándolos a una sombría existencia en los puntos más retirados del jardín, a pesar de ser decorativos y variados y de presentar en ocasiones una asombrosa gama de colores. Mientras las frondas del helecho dorado macho son de un pardo dorado y están cubiertas de pelusa, el hermoso helecho real anuncia su presencia con sus frondas de pardo herrumbroso llenas de esporas, similares a espigas de flores. Combinando bambú, verbasco o heuchera con atractivos helechos, obtendrá una combinación ligera y etérea que dotará de un aura de cuento de hadas hasta al jardín más corriente.