Las heladas, la humedad y el sol invernal suponen un problema para muchas plantas
Durante el invierno las gotas de rocío se congelan y pasan a formar escarcha. Este proceso supone mucho más estrés para las plantas que una protectora capa de nieve, especialmente si el sol brilla con temperaturas bajo cero. Los arbustos de hoja perenne sufren quemaduras o daños por sequía en las puntas de las hojas y los brotes, si estos no se cubren con una capa protectora suelta de ramas de abeto falso o pino. Las ramas de abeto también tienen la ventaja de que sus agujas se desprenden en primavera y las plantan vuelven a exponerse lentamente al sol. Al igual que ocurre con los problemas causados por el sol invernal, la humedad y las heladas obstaculizan el desarrollo de algunos arbustos delicados, como el penstemon y el crisantemo. Estas plantas no sobrevivirán durante mucho tiempo sin protección y a menudo perecen por el frío en su primer o segundo invierno. Una capa suelta de hojas o ramas de abeto falso puede proporcionar un remedio rápido, mientras que una fina capa de compost preserva la tierra ante la llegada de grandes heladas. Y dado que a los arbustos les gusta la milenrama o a las antocerosas no les gusta la humedad del invierno, debe introducirse arena de textura basta en los suelos más pesados y limosos para mejorar el drenaje de agua.
Protección ideal para las rosas
Si desea proteger las rosas para el invierno debe proteger el punto de injerto extremadamente delicado que está situado en la base de los brotes de los capullos. Si eleva la zona de las raíces a una altura de 15-20 cm con tierra compostada o tierra de jardín, el terrible invierno no afectará a sus plantas. Esto se aplica especialmente a las rosas de arriate, las rosas de té híbridas y los rosales. En las rosas de tallo largo, el punto de injerto está situado debajo de la cabeza y, por lo tanto, debe proteger toda la cabeza con fibra de vellón, broza o tela de yute. Las hierbas más altas y los bambúes pueden prepararse para temperaturas bajo cero atándolas juntas y envolviéndolas en una fibra de vellón especial, una esterilla de bambú o de junco. Nunca utilice una envoltura de plástico ya que el aire no podrá circular en el interior y la humedad generada provocará infecciones fúngicas. Sin embargo, no debe olvidar regar los bambús y otras plantas de hoja perenne como los rododendros, el laurel cerezo o el boj en días sin heladas, ya que el agua se evapora de sus hojas incluso en invierno.